Charles Brown, de 58 años, pensó que iba a perder a su hijo.
Charles Brown III pasó su 33º cumpleaños hospitalizado con COVID-19, luchando contra las complicaciones de la enfermedad renal, la diabetes y una infección que se extendió a su cerebro, dijo su padre.
Seis meses después, el hombre de Carolina del Sur sigue en el hospital.
“Tuvieron que reanimarlo dos veces. Ha pasado por muchas cosas”, dijo Brown. “Gracias a Dios, sigue aquí”.
Los pacientes en diálisis como Brown y su hijo son extremadamente vulnerables a COVID-19 y sus graves complicaciones, en parte debido a las comorbilidades que coinciden con la enfermedad renal crónica y la insuficiencia renal.
La primera muerte conocida por COVID-19 en EE.UU. fue la de un paciente de diálisis en el Northwest Kidney Centers de Seattle, según los informes. Y un informe de los CDC publicado el viernes encontró evidencias de un exceso de muertes entre los pacientes de COVID-19 con insuficiencia renal.
Las personas de raza negra representan alrededor del 13% de la población estadounidense, pero constituyen más del 33% de los 500,000 pacientes con insuficiencia renal del país, según los Institutos Nacionales de Salud. Alrededor de un 20% de los pacientes en diálisis son hispanos y tienen aproximadamente 1.3 veces más probabilidades de ser diagnosticados de insuficiencia renal que los no hispanos.