La Copa América, la principal competición de fútbol de Sudamérica, que comenzó el 13 de junio en la capital brasileña, Brasilia, está provocando una ola de fuertes reacciones contra el evento deportivo.
En un principio, el torneo iba a ser organizado conjuntamente por Argentina y Colombia, pero los organizadores decidieron retirarlo primero de Colombia, debido a la agitación social generalizada en el país, y luego también de Argentina, por el resurgimiento de la pandemia de Covid-19.
Y así el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, acudió al rescate y se jactó de que el país haría el torneo, a pesar de la oposición generalizada y de la lucha del país por contener la pandemia de Covid-19.
Según la Organización Mundial de la Salud, Brasil ha registrado más de 17 millones de casos confirmados más de 480,000 muertes. Con más de 300 millones de habitantes, el país ha aplicado más de 70 millones de dosis de vacunas.
La celebración o no del torneo se ha convertido rápidamente en una cuestión política, con los opositores de Bolsonaro señalando el riesgo de propagación del virus aún más, y sus partidarios afirmando que lo que Brasil necesita ahora es pasar la página y superar la pandemia.