La experiencia de ser madres es maravillosa, nos llenamos de amor, ilusión y deseamos darles lo mejor para que se conviertan en personas realizadas y felices.

Sin embargo, los primeros años como madres pueden ser muy exigentes y experimentamos muchos sentimientos que algunas veces son contradictorios, por ejemplo, nos sentimos muy cansadas y queremos salir corriendo cuando están en medio de un berrinche, pero también nos morimos de felicidad y ternura al verlos hacer cosas tiernas y cuando nos abrazan y besan.

Cuando nuestros hijos son pequeños, debemos cambiar las prioridades, llevándonos a dedicar casi todo nuestro tiempo y atención a ellos, dejando de lado nuestra vida social, y hasta a nuestra pareja.

Pero, cuando menos lo esperas, llega el día en que tu hijo te dice: “yo puedo solo mamá”. En ese momento el mundo se detiene para nosotras y vemos con sorpresa cómo esa personita ya puede hacer por sí misma algunas cosas como vestirse, bañarse, etc.

Los hijos crecen muy rápido, esa frase que escuchamos siempre se materializa en ese momento. Nuestros hijos crecen y nos necesitarán menos.

Por todo eso, disfrutemos a nuestros hijos cuando son pequeños para poder guardar en nuestra memoria sus preguntas, comportamientos y anécdotas que nos acompañarán toda la vida.