En tiempos pasados, el castigo físico hacia los niños era una práctica normal y aceptada por la sociedad. Afortunadamente, con el tiempo esto cambió, aunque en algunas partes todavía se practica, sin tener en cuenta que esto provoca daños y consecuencias físicas y psicológicas en los más pequeños.

Como padres amorosos y responsables, debemos recurrir a otras alternativas de castigo a nuestros hijos cuando lo requieran.

A continuación, te damos las razones por las que no debes pegarle a tu hijo:

PÉRDIDA DE CONTROL

Los padres somos las personas indicadas a ser la guía de nuestros hijos; al pegarles, les demostramos que hemos perdido el control y ese modelo a seguir se derrumba y se desfigura para ellos.

Sabemos que muchas veces es muy difícil mantener el control, especialmente después de un arduo día de trabajo lleno de estrés y cansancio; pero, hay que controlarse para evitar “desquitarnos” con nuestros hijos.

RESOLVER CONFLICTOS

Con el castigo físico, los niños aprenderán a priorizar la violencia ante las palabras como una forma de resolver los conflictos que se les presenten en la vida.

Así que, cuando se presente un problema, lo hablamos con nuestro hijo de forma calmada, poniendo énfasis en lo que no estamos de acuerdo y lo explicamos para que el niño entienda. Si no es el momento adecuado, dejemos pasar un poco el tiempo hasta que la marea baje y después conversamos.

VIOLENCIA

¿Con qué autoridad moral podemos enseñar a nuestro hijo que está mal pegarle a los demás, si nosotros lo hacemos con él? Esto sería algo incoherente en la crianza de nuestro hijo.

Además, estudios demuestran que los niños criados en ambientes violentos, también serán violentos, ya que, si lo viven en su casa, lo consideran algo normal.

PERSONALIDAD DAÑADA

Cuando gritas, humillas y le pegas a tu hijo, queda grabada una huella imborrable en su personalidad.

El maltrato físico y emocional produce cambios en el cerebro, y un niño golpeado se siente indefenso, humillado y con daños en su autoestima.