Las fronteras de Estados Unidos siguen cerradas a la mayoría de los viajeros europeos durante la pandemia, incluso a los que están totalmente vacunados. Con el temor a la variante Delta, no parece haber un final a la vista.

Se vacunó en abril, dio negativo en las pruebas del coronavirus y creyó que estaba exento de las restricciones de viaje.

Pero en una escala en Ámsterdam a finales de mayo, a Peter Fuchs, de 87 años, le dijeron que no podía embarcar en su vuelo con destino a Nueva York para asistir al bautizo de su bisnieta. La razón: Como ciudadano europeo, no se le permitía entrar en Estados Unidos.

“Me sentí impotente y derrumbado”, dijo el Sr. Fuchs en un correo electrónico desde su apartamento en una residencia de ancianos en Hannover, Alemania.

En junio, mientras Estados Unidos avanzaba en su campaña de vacunación, los líderes de la Unión Europea recomendaron a los países miembros que volvieran a abrir sus fronteras a los estadounidenses, un gesto significativo que pretendía señalar lo que esperaban que fuera el principio del fin de la pandemia. Esperaban que se les devolviera el favor.

Pero casi dos meses después, incluso cuando Europa ha superado a Estados Unidos en vacunación, las fronteras estadounidenses siguen cerradas para la mayoría de los viajeros europeos, incluso los vacunados. Y con el temor a la variante Delta del virus, no parece haber un final a la vista.