Algunas empresas tardaron en adaptarse a las mejores prácticas de trabajo a distancia, y otras nunca lo hicieron. Pero las empresas que parecen estar más contentas con los resultados -y que tienen empleados menos desgastados- son las que no se limitaron a trasladar la oficina física a la red. En realidad, crearon nuevas formas de trabajar. Por ejemplo, las reuniones consecutivas en Zoom realmente desgastaban a la gente. Así que las empresas que realmente lo hicieron funcionar se deshicieron de muchas reuniones, o establecieron límites de tiempo muy estrictos, o tuvieron días sin reuniones.

Desde el punto de vista de la gestión, se ha trabajado mucho en la forma de comunicarse con los equipos cuando no se les ve todos los días, y eso ha supuesto a menudo más reuniones individuales con los empleados. También han tenido que crear nuevas formas de evaluar a los empleados que tengan en cuenta el trabajo que realmente se está haciendo y no cuántas horas de trabajo a la semana ha hecho alguien.

Los empleados se dieron cuenta de que era mucho mejor cuando tenían cierta autonomía. Por ejemplo, salir a correr, echarse una siesta, rezar a mediodía o recoger a los niños del colegio.