Por primera vez desde que retomaron el poder en Afganistán, los líderes talibanes esbozaron el martes cómo podría ser su control del país, prometiendo la paz en casa e instando al mundo a mirar más allá de su historia de violencia y represión.
“No queremos que Afganistán siga siendo un campo de batalla: a partir de hoy, la guerra ha terminado”, dijo Zabihullah Mujahid, el principal portavoz de los talibanes desde hace tiempo, en una conferencia de prensa en Kabul, la capital.
El Sr. Mujahid, un líder de alto rango, dijo que los talibanes habían declarado una amnistía general, prometiendo no tomar represalias contra los antiguos enemigos. Y el grupo ha hecho en algunos lugares un llamamiento a los funcionarios -incluidas las mujeres- para que sigan yendo a trabajar.
Tras días de incertidumbre en todo el mundo por la rápida caída de Afganistán en manos de un grupo famoso por su brutalidad, las palabras del Sr. Mujahid, pronunciadas en un tono comedido, dejaron entrever el deseo de los talibanes de mostrarse dispuestos a incorporarse a la corriente internacional.
Pero gran parte del mundo desconfía de sus garantías. Tras hacerse con el control de Afganistán en 1996, los talibanes impusieron su dura interpretación del Islam con castigos como la flagelación, las amputaciones y las ejecuciones masivas.