El componente principal del cigarrillo y el más tóxico es la nicotina.

La nicotina tiene propiedades vaso activas y es la responsable de causar la adicción al tabaco. Esta sustancia puede amplificar los niveles de vasopresina en la sangre, es decir tiene acción vasoconstrictora. Así, aunque fumarse un cigarrillo solo dure unos minutos, logra reducir la tensión del oxígeno en los tejidos por 1 hora aproximadamente. Si la persona fuma una cajetilla de cigarrillos cada día, mantiene un estado de hipoxia por casi 24 horas. Todo esto porque la vasoconstricción disminuye el flujo de sangre a los tejidos.

Cuando una persona fuma, produce monóxido de carbono, el cual se adhiere a la hemoglobina (glóbulos rojos) que es la encargada de llevar el oxígeno hacia las células.

Tiene como consecuencia una reducción considerable de oxígeno a los tejidos provocando el aceleramiento en el envejecimiento de la piel.

Y no solo es la nicotina, la sustancia dañina para la salud, sino que el cigarrillo contiene otras sustancias perjudiciales para el rostro de la mujer, como son el benzopireno, que es un hidrocarburo que se libera en la ignición del tabaco.

El tabaco también disminuye los niveles de vitamina A, una vitamina liposoluble y sirve para construir y mantener las células epiteliales.

Otro efecto del cigarrillo es que disminuye los niveles de estrógeno en la piel, provocando sequedad y atrofia en la piel.

Al dejar de fumar, se pueden revertir los males causados por el tabaco, ya que el flujo sanguíneo aumenta y permite que los nutrientes y el oxígeno lleguen de nuevo a la piel.