Las 30,000 cajas de aluminio debían aparecer en un contenedor de 20 pies en julio. Meses después, no han llegado, y SJ Hunt, cofundador de Lavolio, una confitería londinense, empieza a sentir pánico.
Las cajas hechas por encargo, que Lavolio envasa con bombones rellenos de fruta, frutos secos y gelatina, son una parte clave de la marca, y Hunt pagó mucho dinero para asegurarse de que llegarían desde el fabricante en Asia oriental hasta un puerto en Suffolk, Inglaterra.
Alquilar un contenedor para esta ruta suele costar a Hunt y a su socia Lavinia Davolio entre 1,500 y 2,000 dólares. Esta vez han tenido que desembolsar más de 10,000 dólares, una suma considerable para algo que no ha aparecido.
“En resumen, ha sido una pesadilla sin precedentes para nosotros”, afirma Hunt.
Después de 18 meses de la pandemia del virus Covid-19, el transporte marítimo mundial sigue en crisis, y los retrasos se ciernen sobre el periodo álgido de las compras navideñas. Un vistazo al mercado de los contenedores de acero y queda claro que la vuelta a la normalidad no se producirá pronto.