Tras su paso por el gobierno, Colin Powell siguió siendo un comentarista muy influyente en la política y la vida pública de Estados Unidos. Con los años, se distanció cada vez más de su propio partido republicano, desilusionado por su deriva hacia la derecha.
En 2008, a pesar de las rivalidades del partido, apoyó a Barack Obama para la presidencia. Cuando Donald Trump lanzó su candidatura a la Casa Blanca, Powell se convirtió en uno de sus principales críticos.
Votó contra Trump tanto en 2016 como en 2020 y fue mordaz con los principales republicanos que permanecieron en silencio o abrazaron activamente las mentiras de Trump.
Sus críticas exorbitantes a Trump continuaron hasta meses antes de su muerte: en enero dijo que estaba tan asqueado por la insurrección de los partidarios de Trump en el Capitolio de Estados Unidos que ya no se consideraba republicano.