Italia estableció un nuevo ejemplo para las principales democracias occidentales al poner en marcha una nueva ley de gran alcance que exige a todo el personal del país -público y privado- que muestre una prueba de vacunación, una prueba de coronavirus negativa o una recuperación reciente de Covid-19.

Los pases verdes emitidos por el gobierno deben mostrarse para entrar en oficinas, escuelas, hospitales u otros lugares de trabajo. Los que no tengan el pase deberán tomar un permiso no remunerado, y los trabajadores se arriesgan a recibir multas de hasta 1,760 dólares por no cumplir la ley.

En los primeros días tras la entrada en vigor de la ley, se produjeron protestas esporádicas y algunos legisladores “desocuparon” sus despachos en señal de protesta, pero las manifestaciones fueron menores que las anteriores contra las vacunas. Más que nada, parecían subrayar que el Pase Verde era ahora un hecho de la vida italiana. Más del 80% de los italianos mayores de 12 años están ahora totalmente vacunados contra el Covid.

Los funcionarios del gobierno afirman que la medida ya está funcionando, y que más de 500,000 personas antes reticentes -mucho más de lo esperado- se han vacunado desde que el gobierno anunció su plan el mes pasado.