Jacksonville es una de las decenas de ciudades estadounidenses que han tenido problemas para recoger la basura, los residuos de jardinería y el reciclaje en medio de una escasez de mano de obra.

Un hombre de la ciudad más grande de Florida escribió a los funcionarios que el olor y las moscas eran cada vez peores, después de seis semanas de espera para que se recogieran sus residuos de jardín. Otros residentes enviaron fotos de cubos desbordados, bolsas de plástico apiladas y céspedes ensuciados. En un momento dado, los vecinos hartos de la calle Almira, en Jacksonville, amenazaron con alquilar un camión y tirar la basura en las escaleras del Ayuntamiento.

La perturbación de la economía estadounidense creada por la pandemia de coronavirus ha provocado la cancelación masiva de autobuses escolares y transbordadores, la escasez de coches de alquiler y un embotellamiento de buques de carga en los puertos marítimos. Y, en ciudades como Jacksonville, ha creado una pequeña pero creciente indignidad: la basura abandonada a su suerte.

En el gran esquema del sufrimiento, hay problemas mayores. Pero se ha convertido en un ejemplo más de un servicio público que la mayoría de la gente da por sentado pero que ya no funciona bien.