El Informe Estado Mundial de la Infancia 2021 de Unicef revela que en el mundo uno de cada siete adolescentes entre los 10 – 19 años, es decir, el 13 %, tiene un trastorno mental diagnosticado.
El 40 % de los casos presentan ansiedad y depresión.
Otros problemas son: trastorno por déficit de atención e hiperactividad, trastorno de conducta, trastorno bipolar, trastornos alimentarios, discapacidad intelectual, autismo, esquizofrenia y algunos trastornos de personalidad.
Una cifra preocupante es que cada año más de 45 mil adolescentes se suicidan, siendo una de las 5 principales causas de muerte para ellos.
Desafortunadamente, los gobiernos solo dedican un 2 % de sus presupuestos de salud a la salud mental.
La directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Force dice:
“Puede que la pandemia haya servido solamente para mostrar la punta del iceberg de la salud mental”.
“Un iceberg que hemos estado pasando por alto durante demasiado tiempo y, a menos que actuemos, seguirá generando resultados desastrosos para los niños y las sociedades mucho después de que la pandemia haya terminado”.
Las enfermedades mentales pueden aparecer por genética, experiencias personales y factores ambientales.
Los factores de protección para los jóvenes son la presencia de padres o cuidadores afectuosos, entornos seguros y relaciones positivas con compañeros y amigos.
El estudio dice que se hace necesario que se ponga especial atención a los jóvenes más vulnerables que ya cuentan con algún problema de salud mental, las víctimas de violencia y los que están sometidos al aislamiento y a la pobreza.
Sin embargo, se presentan obstáculos como la estigmatización y la falta de financiación para que estas personas puedan acceder a la ayuda necesaria.
Unicef pide a ponerle atención a la salud mental de las nuevas generaciones y solicita que las sociedades rompan el silencio y se tomen en serio el asunto.