Hay muchas razones que explican la subida de los precios de los alimentos, como la escasez de mano de obra, los cuellos de botella en la cadena de suministro y la fuerte demanda de los consumidores que han hecho subir el coste de otros bienes y servicios. A esto hay que añadir los imprevistos que afectan a la industria alimentaria: Las condiciones meteorológicas extremas, en particular el calor y la sequía, que han reducido el rendimiento de las cosechas. El aumento de las exportaciones. Los brotes de COVID en las fábricas de carne. La volatilidad de los hábitos de consumo en medio de los altibajos de la crisis sanitaria.
Mientras tanto, la grave escasez de trabajadores, sobre todo en los restaurantes, ha hecho subir los salarios y el coste de las comidas.
Sigue habiendo menos trabajadores en fábricas, almacenes y puertos, ya que los padres cuidan de los niños que aprenden a distancia o se quedan en casa por temor al COVID. El coste del combustible se ha disparado. Decenas de buques portacontenedores están atascados en las aguas cercanas a los puertos de Los Ángeles y Long Beach a la espera de descargar la carga. El coste de alquilar un contenedor de transporte para un envío desde China se ha multiplicado casi por diez, hasta los 20,000 dólares.