La gente está celebrando sus renuncias en carretes de Instagram o “QuitToks” y tuiteando capturas de pantalla de textos a sus jefes declarando que han renunciado.
Incluso los directores ejecutivos están haciendo demostraciones públicas de su dimisión. La semana pasada, el jefe de Twitter, Jack Dorsey, compartió en su propia plataforma que renunciaba.
Si los que renuncian piensan que pueden devolver el golpe a sus antiguos jefes sin alienar a futuros empleadores, puede que tengan razón. La curva de oferta y demanda del mercado laboral juega a su favor.