Louise Taylor se enfrenta a preguntas sobre si se enriqueció indebidamente como gerente de negocios de la estrella del pop.

A principios de 2008, una pequeña empresa de Tennessee con grandes aspiraciones concedió un préstamo al padre de Britney Spears, que durante años había pasado apuros económicos.

Menos de un mes después -tras consultar con el propietario de la empresa, Tri Star Sports & Entertainment Group-, James P. Spears hizo que su hija quedara bajo tutela, un acuerdo legal reservado normalmente a personas incapaces de cuidar de sí mismas o de trabajar. El Sr. Spears ejercería un gran poder sobre su vida y sus finanzas.

El Sr. Spears pronto envió a su hija a una gira internacional de 97 espectáculos. Y contrató a Tri Star, a quien todavía debía al menos 40,000 dólares, para que gestionara los negocios de la Sra. Spears.

Durante la década siguiente, ese encargo generaría millones de dólares para Tri Star y ayudaría a transformarla y a su propietaria, Louise M. Taylor, en una de las principales gestoras del mundo del espectáculo, con clientes como las Kardashian.