Chile tiene mucho litio, que es esencial para la transición mundial hacia la energía verde. Pero la ira por los poderosos intereses mineros, la crisis del agua y la desigualdad han llevado a Chile a replantearse.
Pocas veces un país tiene la oportunidad de exponer sus ideales como nación y redactar una nueva constitución para sí mismo. Casi nunca la crisis climática y ecológica juega un papel central.
Eso es, hasta ahora, en Chile, donde está en marcha una reinvención nacional. Tras meses de protestas por reivindicaciones sociales y medioambientales, 155 chilenos han sido elegidos para redactar una nueva constitución en medio de lo que han declarado una “emergencia climática y ecológica”.
Su trabajo no sólo determinará cómo se gobierna este país de 19 millones de habitantes. También determinará el futuro de un metal suave y lustroso, el litio, que se esconde en las aguas saladas de este vasto desierto etéreo junto a la cordillera de los Andes.
El litio es un componente esencial de las baterías. Y mientras la economía mundial busca alternativas a los combustibles fósiles para frenar el cambio climático, la demanda de litio -y sus precios- se disparan.