Durante meses, el ex presidente Donald J. Trump ha estado refunfuñando en voz baja a los amigos y visitantes de su mansión de Palm Beach sobre un centro de poder republicano rival en otra mansión de Florida, a unas 400 millas al norte.

El gobernador Ron DeSantis, un hombre que el señor Trump cree haber puesto en el mapa, ha estado actuando mucho menos como un acólito y más como un futuro competidor, se queja el señor Trump. Con su cotización subiendo rápidamente en el partido, el gobernador se ha abstenido llamativamente de decir que se haría a un lado si el Sr. Trump se presenta a la nominación republicana para presidente en 2024.

Ese resentimiento de larga data estalló en público recientemente en una disputa sobre un tema aparentemente no relacionado: las políticas sobre Covid. Después de que el Sr. DeSantis se negara a revelar su historial completo de vacunación contra el Covid, el ex presidente reconoció públicamente que había recibido un refuerzo. La semana pasada, pareció arremeter contra el Sr. DeSantis calificando como “sin agallas” a los políticos que esquivan la pregunta por miedo a las represalias de los escépticos de las vacunas.

El Sr. DeSantis devolvió el golpe el viernes, criticando el manejo del Sr. Trump de la pandemia y diciendo que lamentaba no haber sido mas fuerte en sus críticas.

El ida y vuelta expuso hasta qué punto los republicanos se han desplazado a la derecha en la política del coronavirus. Las dudas que el Sr. Trump amplificó sobre la experiencia en salud pública no han hecho más que aumentar desde que dejó el cargo. Ahora su defensa de las vacunas lo ha puesto inusualmente fuera de sintonía con los elementos de línea dura de la base de su partido y ha proporcionado una apertura para un rival.