Debemos proteger a nuestros hijos, pero nunca sobreprotegerlos, porque se convierten en seres dependientes, inseguros y vulnerables.
¿Qué es la sobreprotección?
Es un estilo de crianza donde los niños reciben demasiada atención y cuidado, llegando al punto que los padres no permiten que sus hijos desarrollen sus capacidades.
Si un niño crece en una especie de burbuja, donde todas las condiciones están controladas y no existen problemas ni desafíos, ese niño no tiene oportunidad de probar sus habilidades ni de crecer sanamente.
Un padre o madre sobreprotectores se comportan así:
• No permiten que su hijo explore por su cuenta el mundo y lo limitan.
• Evitan que el niño resuelva sus propios problemas e intervienen antes de que les pidan ayuda.
• Asumen tareas y responsabilidades que su hijo puede realizar por si solo, haciéndolo sentir como si fuera más pequeños.
• Son muy permisivos con su hijo y ceden ante las exigencias de este, menos las que implican autonomía e independencia infantil.
• Toman la vocería en todo y no permiten que el niño opine; incluso si alguien le habla directamente al niño, el padre o la madre responden por él.
• Estos padres deciden absolutamente todo sobre la vida de su hijo: cómo debe vestirse, cuales amigos frecuentar y hasta la carrera que va a estudiar.
• Justifican los errores del niño y de esta forma no permiten que madure y aprenda de las equivocaciones.