En Italia, con su elevada tasa de vacunación, el cisma social gira menos en torno a quién se ha vacunado, y más en torno a los estilos de vida y los niveles de comodidad de vivir con el coronavirus.

Toda la familia está vacunada, incluso los parientes, y todos acatan los requisitos de enmascaramiento y respetan las duras restricciones italianas sobre el coronavirus. También son muy diferentes en su forma de vivir la vida.

Dado que la variante Omicron del coronavirus toca personalmente o se arremolina en torno a tantos individuos, las familias vacunadas y en gran medida protegidas se ven sometidas a tensiones por los distintos niveles de comodidad. Lo mismo ocurre en todo el mundo, especialmente en aquellos lugares en los que se ha vacunado a una parte importante de la población, como Italia, que ahora tiene una de las tasas más altas del mundo.

Aunque en un principio se vio afectada por el virus, hoy Italia promete un futuro en el que la división de la sociedad ya no es entre los vacunados y los no vacunados, o entre los socialmente responsables y los que se burlan, sino entre los que se arriesgan y los que no se arriesgan.