La medida de Trudeau de invocar la Ley de Emergencias fue la primera vez que un gobierno canadiense ha tomado tal acción en medio siglo, y su respuesta más agresiva desde que comenzó la crisis.
Las protestas en la capital del país han colapsado el tráfico, perturbado la vida cotidiana y socavado la economía local. También se han multiplicado por todo el país, incluyendo un bloqueo de casi una semana de duración de un puente que conecta Windsor, Ontario, y Detroit y que es vital para las cadenas de suministro de la industria automovilística mundial.
La respuesta de la policía y de todos los niveles del gobierno a la crisis ha sido ampliamente criticada como inadecuada, mientras que el Sr. Trudeau ha sido criticado por no haber sido lo suficientemente decisivo para poner fin a la agitación.
La Ley de Emergencias confiere enormes poderes temporales al gobierno federal, permitiéndole hacer lo necesario para restablecer el orden público, incluyendo la prohibición de reuniones públicas o la restricción de los viajes hacia y desde zonas específicas.
En virtud de las medidas extraordinarias invocadas por el Sr. Trudeau, la policía podrá ahora confiscar camiones y otros vehículos utilizados en los bloqueos. La medida prohibirá formalmente las manifestaciones que “vayan más allá de la protesta legal”, y el gobierno prohibirá formalmente los bloqueos en zonas designadas como los pasos fronterizos, los aeropuertos y la ciudad de Ottawa.