Según la teoría, cada generación determina profundamente el destino de las siguientes. Si queremos entender nuestros sentimientos y emociones, hay que examinar lo que vivieron nuestros antepasados.
Las experiencias, creencias, los dolores y las soluciones de nuestros antepasados tienen un gran impacto en cómo vivimos nuestras vidas, en cómo abordamos situaciones difíciles y también en los sistemas de relaciones que desarrollamos.
Puede que no hayamos experimentado el mismo acontecimiento traumático que sufrieron nuestros padres o abuelos, por ejemplo, pero sigue teniendo un profundo impacto en nuestras vidas. Este fenómeno se llama herencia epigenética.
Nuestros sentimientos y experiencias, como los acontecimientos vitales dolorosos, crean cambios celulares en el individuo que se transmiten a la descendencia. Es posible que tengas que lidiar con ansiedades sin razones explicables. Puede que no se correspondan con los acontecimientos de tu vida, sino con los que les ocurrieron a tus antepasados, que posiblemente hayas heredado.
Una familia muy recluida suele resultar que en la vida de sus antepasados hubo algún acontecimiento traumático que les hizo pensar que el mundo es un lugar peligroso, por lo que es mejor retirarse a la seguridad de la familia. Esta actitud de inseguridad se transmite de forma casi imperceptible, y los descendientes no pueden entender por qué se sienten extraños y no pueden establecer relaciones significativas.