Y la respuesta: El rococó.
Originado en París en la década de 1730, el rococó fue un estilo artístico y arquitectónico excepcionalmente ornamental. Se caracterizaba por la asimetría, las curvas en espiral y los colores blanco y pastel.
Derivado de la palabra francesa rocaille, que significa “ornamentación de jardines de rocas y conchas”. El movimiento comenzó en París, después de que el rey francés Luis XIV exigiera que se produjera un arte más juvenil bajo su reinado. En muchos sentidos, el rococó surgió del estilo barroco.
Entre los artistas que surgieron en este movimiento, Jean Antoine Watteau es quizás el más impactante. Conocido como el padre del arte rococó, Watteau pintó obras innovadoras y asimétricas de escenas idílicas. Aunque murió muy joven, se dice que la obra lúcida y fluida de Watteau revivió el movimiento barroco, inventó el movimiento rococó y plantó la semilla de sucesivos movimientos artísticos como el impresionismo.
El rococó también se impuso en la arquitectura y la decoración. Los muebles franceses de la época mostraban formas curvas y un uso más elaborado de la ornamentación en bronce dorado y porcelana. En la arquitectura, las paredes, los techos y las molduras se decoraban con delicados encajes de curvas basados en formas de “C” y “S”. Los decoradores rococó utilizaban con frecuencia espejos para aumentar la sensación de espacio abierto.