El año pasado, Molson Coors, el proveedor de cerveza para fiestas de fraternidad, llevó a cabo un “experimento” sorprendente. En un edificio de Los Ángeles, se pidió a 18 sujetos que vieran un extraño vídeo con una banda sonora cargada de sintetizadores e imágenes naturales intercaladas con destellos de latas de Coors Light. A continuación, se pidió a los participantes que se durmieran mientras escuchaban una banda sonora de 8 horas con el audio del vídeo.
El objetivo declarado de Coors era digno de ciencia ficción: La empresa quería “moldear y obligar al subconsciente” a soñar con su cerveza. Sorprendentemente, pareció funcionar porque alrededor del 30% de los participantes declararon que los productos Coors aparecían en sus sueños.
Coors no es la única gran marca que está estudiando los sueños como espacio publicitario potencial: Microsoft busca hacer que los jugadores profesionales sueñen con sus videojuegos favoritos de Xbox. La PlayStation de Sony ha publicitado un nuevo juego bajo la premisa de que induce a soñar con el Tetris y Burger King lanzó una hamburguesa con temática de Halloween que, según dijo, estaba “clínicamente probada” para inducir pesadillas.
Los profesionales del marketing han estudiado la viabilidad de utilizar los sueños para alterar nuestros comportamientos de compra.
Los investigadores del sueño no quieren que eso ocurra. El verano pasado, Stickgold, Haar y casi 40 científicos más firmaron una carta abierta en la que advertían de que, si no se tomaban medidas, los sueños podrían convertirse pronto en “un campo de juego para los anunciantes corporativos”.