En los últimos años, los padres se han preocupado por la influencia de la tecnología. Y no es de extrañar, ya que los investigadores de Facebook estudian de forma encubierta cómo sus aplicaciones erosionan la imagen corporal de las niñas, los médicos describen los trastornos de tics inducidos por TikTok y los fiscales y legisladores se comprometen a responsabilizar a las empresas de redes sociales por dañar a los niños.
Pero en el fondo, un debate científico más silencioso ha cuestionado si las redes sociales están haciendo daño. Mientras que algunos investigadores han afirmado que la tecnología digital es un factor poderoso y causal en el aumento de las tasas de problemas de salud mental, otros han rebatido que el riesgo de daño para la mayoría de los adolescentes es minúsculo y que la influencia en el bienestar es equivalente a llevar gafas o comer patatas con regularidad.
Analizando las respuestas de una encuesta realizada a más de 84,000 personas de todas las edades en Gran Bretaña, los investigadores identificaron dos periodos distintos de la adolescencia en los que el uso intensivo de las redes sociales provocaba una menor “satisfacción vital”: primero, entre los 11 y los 13 años en el caso de las chicas, y entre los 14 y los 15 en el de los chicos- y, después, de nuevo en ambos sexos, en torno a los 19 años.