En las montañas de la isla japonesa de Shikoku, un pueblo de 1,500 habitantes está en una ambiciosa trayectoria hacia una vida de cero residuos para 2030, tras haber hecho una declaración en 2003.

La ciudad está en camino de tener una economía circular y calcula que está a más del 80% de cumplir su objetivo de cero residuos. El Centro de Residuos Cero, dirigido por Momona Otsuka, de 24 años, es la instalación de reciclaje de la ciudad, donde los residentes pueden clasificar su basura en 45 categorías.

En la tienda Kuru Kuru (que significa “vuelta y vuelta”), los vecinos pueden dejar los artículos que ya no necesitan para que otros se los lleven gratis.

La cervecería artesanal colabora con diferentes empresas para utilizar los ingredientes de los alimentos sobrantes.

En cuanto al Hotel Why, está decorado con materiales reutilizados y hace hincapié en lo que se necesita. Y en el Café Polestar no necesitarás un menú, ya que sólo se ofrece un plato para el almuerzo con el fin de reducir los residuos.

Unas 40 personas comparten un puñado de coches para poder llevar a los residentes o visitantes a donde necesiten ir.