Finlandia desde hace tiempo tiene la fuerte e inquietante sensación de estar situada en las líneas peligrosas de Europa.

Una vasta red de túneles y cavernas en las profundidades del lecho de granito de la capital, Helsinki, tiene espacio para más de 900,000 personas, suficiente para que toda la población de la ciudad -y los visitantes- se refugien de un ataque nuclear.

Pero los finlandeses no esperan al apocalipsis para sacar provecho de su vasto proyecto de defensa civil. Los búnkeres incluyen cafés, pabellones deportivos, una pista de hockey sobre hielo y una piscina olímpica tras las puertas de la explosión.

Sólo en Helsinki hay más de 5,500 búnkeres construidos por el gobierno, y actualmente hay suficientes instalaciones en todo el país para que el 80% de la población pueda resistir una guerra.