La mayoría de nosotros hemos oído hablar de la oxitocina como la “hormona del abrazo” o la “hormona del amor”, ya que está asociada con la conexión social y se libera durante las relaciones sexuales. Sin embargo, no hay una sola hormona, y no puedes simplemente rociarte con oxitocina y encontrar el amor.
En cambio, es probable que haya un cóctel de hormonas que interactúan de una manera específica en los humanos que nos llevan al amor.
“Hay tres áreas en el cerebro que actúan como una trilogía mágica, interactuando con tres hormonas clave: dopamina, oxitocina y vasopresina”, dice Phelps.
Todos los organismos tienen estas hormonas y tienen diferentes funciones, pero son las partes de nuestro cerebro con las que interactúan las que las hacen importantes.
Para simplificar, estas tres regiones del cerebro son:
• Área tegmental ventral (VTA), que libera dopamina.
• Núcleo accumbens (NA), que contiene muchos receptores de oxitocina.
• Ventral pallidum (VP), que contiene muchos receptores de vasopresina.
Todos estos son sistemas de recompensa interrelacionados, que se activan en respuesta a las drogas y las hormonas asociadas con el amor.
Es el VTA el que inicia el espectáculo, utilizando neurotransmisores para enviar dopamina y otras hormonas a otras regiones del cerebro asociadas con diferentes funciones humanas.