Nueva York quiere acoger a nuevos inmigrantes. Su economía y su vitalidad dependen de ellos. Pero la gran afluencia ha puesto a prueba una red de seguridad social que ya está al borde del abismo.
La afluencia de inmigrantes a la ciudad esta primavera y verano, la mayoría huyendo de la delincuencia y de las economías en crisis de América Central y del Sur, ha puesto a prueba la reputación de Nueva York como santuario mundial.
La ciudad ha sido impulsada en gran medida por el sudor y el trabajo de los inmigrantes, pero su capacidad para ayudarles a ponerse en pie se ha visto cada vez más limitada.