Mark se dio cuenta de que algo no iba bien con su hijo. El pene de su hijo parecía hinchado y le dolía. Mark, un padre de familia de San Francisco, cogió su smartphone Android y tomó fotos para documentar el problema y poder seguir su evolución.
Con la ayuda de las fotos, el médico diagnosticó el problema y le recetó antibióticos, que le curaron rápidamente.
Pero el episodio dejó a Mark con un problema mucho mayor, que le costaría más de una década de contactos, correos electrónicos y fotos, y lo convertiría en el objetivo de una investigación policial.
Mark, había quedado atrapado en una red algorítmica diseñada para atrapar a las personas que intercambiaban material de abuso sexual de menores.