Incluso cuando se esperaba que la presencia permanente de inspectores de las Naciones Unidas ayudara a reducir el riesgo de desastre en la central nuclear de Zaporizhzhia (Ucrania), la guerra volvió a poner en peligro el funcionamiento seguro de la planta.
Tras los bombardeos del viernes por la noche, la central perdió la conexión con la única línea de alimentación externa primaria que le quedaba, lo que la obligó a utilizar una línea de reserva de menor voltaje para alimentar los equipos de refrigeración necesarios para evitar las fusiones, según informó el Organismo Internacional de Energía Atómica.