En todo Estados Unidos, innumerables pueblos se enfrentan al dilema de quedarse sin una tienda de comestibles.
Entre 1990 y 2015, los condados rurales no metropolitanos perdieron el 39% de sus tiendas de comestibles, según un informe del USDA.
El problema radica en que las tiendas de comestibles funcionan con márgenes muy estrechos, especialmente en las zonas rurales.
Un estudio realizado en 2020 sobre las tiendas de comestibles en pueblos de menos de 2.5 mil habitantes reveló que la utilidad media era de sólo el 1.1%. Eso significa que incluso el más mínimo cambio -la inflación, por ejemplo, o el aumento de los costes por los retrasos en la cadena de suministro- puede borrar rápidamente cualquier ganancia.
Incluso las cadenas más grandes, como Kroger, ganan poco más de 2 céntimos por cada dólar gastado, pero pueden compensarlo con su volumen de ventas.
Las tiendas de los pueblos pequeños no tienen ese lujo.