Todos hemos oído el dicho “recibes lo que das”. Normalmente se utiliza en el contexto de trabajar duro y ser recompensado por nuestros esfuerzos. ¿Pero qué pasa cuando se trata de dar oportunidades a la gente?
Resulta que se aplica el mismo principio. Cuantas más oportunidades le des a alguien, menos valorará cada una de ellas.
Está en la naturaleza humana dar las cosas por sentado. Cuando nos dan algo, no lo apreciamos tanto como si tuviéramos que trabajar para conseguirlo. Esto es especialmente cierto cuando se trata de oportunidades.
Si siempre das oportunidades a alguien, empezará a esperarlas. Darán por sentado que siempre estarás ahí para darles una oportunidad. Y al final, empezarán a valorar cada vez menos tus esfuerzos.
Esto no quiere decir que nunca debas dar una oportunidad a alguien. Pero debes ser consciente de la frecuencia con la que lo haces. Si te encuentras constantemente dando oportunidades a alguien, puede que sea el momento de dar un paso atrás y reevaluar la situación.
Dar a alguien demasiadas oportunidades puede ser tan perjudicial como no darle ninguna. Así que la próxima vez que pienses en dar una oportunidad a alguien, pregúntate si es realmente necesario. Quizá te sorprenda la respuesta.