Los árbitros tienen un trabajo ingrato. Si lo hacen bien, son abucheados, y si lo hacen mal, pueden tener que esconderse.
Pero los balones de fútbol equipados con nueva tecnología están facilitando la tarea en la Copa del Mundo y cambiando el juego en el proceso.
Cada balón está equipado con un dispositivo que se sitúa en el centro del balón, sostenido por un sistema de suspensión, e incluye dos sensores:
Sensor de banda ultra-ancha y sensor de medición inercial.
Estos sensores trabajan con cámaras que siguen el balón y a los jugadores, lo que permite señalar el fuera de juego con mayor rapidez y precisión.
Todo ello podría contribuir al crecimiento del juego en Estados Unidos, algo que ya está ocurriendo. El partido Estados Unidos-Inglaterra tuvo más de 15.3 millones de espectadores.