Los líderes republicanos de la Cámara de Representantes guardaron silencio después de que el representante electo George Santos admitiera una larga lista de falsedades sobre sus antecedentes, pero aun así se aferrara a ocupar un escaño en el Congreso.
Santos reconoció que mintió sobre sus estudios universitarios y que afirmó erróneamente que había trabajado para Citigroup o Goldman Sachs.
También reconoció que debía miles de dólares en alquileres impagados y negó haber cometido algún delito en ninguna parte del mundo, a pesar de que el New York Times afirmara lo contrario.
La muda respuesta de los líderes del partido sugirió que, hasta ahora, no estaban dispuestos a castigar a un legislador entrante que, engañando a los votantes, dio la vuelta a un escaño que antes ocupaba un demócrata y ayudó a los republicanos a asegurar su ajustada mayoría en la Cámara de Representantes.