El presidente Luiz Inácio Lula da Silva tomó las riendas del gobierno brasileño el domingo con una caravana de automóviles, un festival de música y cientos de miles de seguidores llenando la explanada central de Brasilia, la capital del país.
Pero faltaba una persona clave: el presidente de extrema derecha saliente, Jair Bolsonaro.
Se suponía que Bolsonaro le entregaría a Lula la banda presidencial el domingo, un símbolo importante de la transición pacífica del poder en una nación donde mucha gente todavía recuerda los 21 años de dictadura militar que terminó en 1985.
En cambio, Bolsonaro se despertó el domingo a miles de kilómetros de distancia, en una casa alquilada a pocos kilómetros de Disney World. Enfrentado a varias investigaciones por su gestión, Bolsonaro voló a Orlando el viernes por la noche y planea quedarse en Florida.