El Presidente Biden hizo su primera visita a la frontera desde que asumió el cargo, llegando a una ciudad inundada de migrantes en medio de un aumento histórico de la inmigración ilegal y la ira de ambos partidos sobre cómo la está manejando.
En una breve visita al paso fronterizo más transitado de El Paso y a un centro de servicios de apoyo a los migrantes.
Pero al llegar a El Paso, se encontró asediado por todas partes.
Demócratas y activistas de derechos humanos condenaron su nuevo plan de aplicación de la ley como una “vergüenza humanitaria”.
Los republicanos criticaron su retraso en llegar a una frontera que, según ellos, está “totalmente abierta” a la inmigración ilegal.
Y las autoridades mexicanas -que se preparan para darle la bienvenida a una cumbre de líderes norteamericanos el lunes- advirtieron de que sus propuestas cruzarían una “línea roja” para ellos.