Los últimos avances en neurociencia apuntan ahora a una respuesta: la mentalidad compartida.
Vinculado a la mejora de la cooperación, el intercambio de información y la eficacia general del equipo, este ingrediente crítico tiene una base neurobiológica: cuando las personas cooperan bien entre sí, sus patrones de actividad neuronal y procesos fisiológicos (como el movimiento y la percepción) se sincronizan.
Un alto grado de sincronía tiene importantes implicaciones para el éxito del equipo, ya que aumenta el comportamiento prosocial, la simpatía, la empatía, el compromiso, la velocidad de procesamiento, el aprendizaje y la cooperación; en otras palabras, es el secreto de la mentalidad y la química compartidas.