Después de todo, ya estamos oficialmente en un mundo de inteligencia artificial y vamos a tener que compartirlo, razona el profesor asociado de la prestigiosa Wharton School de la Universidad de Pensilvania.

Este año, Mollick no sólo permite a sus alumnos utilizar ChatGPT, sino que se lo exige. Y, por primera vez, ha adoptado formalmente una política de inteligencia artificial en su plan de estudios.

Mollick imparte clases de iniciativa empresarial e innovación, y afirma que los primeros indicios apuntan a que la medida está yendo muy bien.

La nueva política de Mollick establece que el uso de la inteligencia artificial es una “habilidad emergente”; que puede equivocarse y que los estudiantes deben cotejar sus resultados con otras fuentes; y que serán responsables de cualquier error u omisión que proporcione la herramienta.

Y, quizá lo más importante, los estudiantes deben reconocer cuándo y cómo la han utilizado.