Las estatinas son uno de los medicamentos más recetados, que toma aproximadamente uno de cada cuatro adultos mayores de 40 años en Estados Unidos. Se utilizan para reducir el colesterol y el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Los cardiólogos están mayoritariamente a favor de las estatinas, respaldadas por cuatro décadas de investigación y consideradas seguras y eficaces.
Sin embargo, algunos pacientes son reacios a tomarlas, alegando posibles efectos secundarios, como dolores musculares o un mayor riesgo de diabetes, o diciendo que preferirían reducir su colesterol sin tomar un medicamento de venta con receta. En consecuencia, muchas personas han recurrido a suplementos de venta libre, como estanoles y esteroles vegetales (también llamados fitoesteroles), arroz de levadura roja, niacina, fibra y aceites de pescado que contienen ácidos grasos omega-3.
Los estudios han descubierto que, aunque estos suplementos pueden reducir ligeramente el colesterol, no son tan potentes como las estatinas. Además, hay pocas pruebas de que estos suplementos reduzcan el riesgo de sufrir un infarto de miocardio o un ictus, el objetivo final del tratamiento del colesterol alto.