¿Recuerdas ese cartón de leche que tenías que beber todos los días en la comida del colegio para que tus huesos no se hicieran polvo? Pues a la Generación Z no le gusta.
La Generación Z, una generación no sometida a la campaña “¿Tienes leche?”, está más interesada en la creciente lista de alternativas a la leche o bebidas que no la contienen en absoluto, según The New York Times.
En 2022 compraron un 20% menos de leche que la media nacional, aunque sí consumen yogur, queso y otros productos lácteos.
¿Qué tiene de malo la leche?
Bueno, entre 30 y 50 millones de estadounidenses son intolerantes a la lactosa, y la probabilidad aumenta entre los descendientes de africanos, hispanos, asiáticos e indios americanos. Además:
No les encantan las leches desnatadas y bajas en grasa que se sirven en los colegios (que, resulta, no son mejores para la salud que la leche entera).
Les preocupa el impacto de la industria láctea en el cambio climático.
Al parecer, Big Milk es un gran mentiroso; la leche no es tan crucial para los huesos como se pensaba.