A las monjas las sacaron del negocio de las hostias de comunión

A las monjas las sacaron del negocio de las hostias de comunión

Las monjas han sido empresarias desde mucho antes de que Mark Cuban dijera “me retiro”.

Fundaron hospitales y escuelas en el siglo XIX, participando en el mercado laboral cuando la mayoría de las mujeres tenían prohibido trabajar fuera del hogar. En los últimos años, las monjas han hecho de todo, desde criar caballos hasta servir pizzas.

También han desempeñado un papel fundamental en la elaboración de las hostias, un producto que ellas, junto con el resto de la Iglesia Católica Romana, creen que se convierte literalmente en el cuerpo de Cristo durante la misa.

Las obleas solían ser producidas casi en su totalidad por monjas que dirigían operaciones a pequeña escala.

Las Hermanas Benedictinas de la Adoración Perpetua empezaron a producirlas en 1910. Con el tiempo, las monjas llegaron a producir más de dos millones de hostias, que enviaban a clientes que iban desde parroquias a prisiones, pasando por Princess Cruise Lines.

Pero hoy es otra historia.

Ahora, casi todas las hostias proceden de la empresa Cavanagh, con ánimo de lucro y monopolio del pan de altar en Estados Unidos.

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