Nadie sabe por qué, pero en sólo unas décadas el número de niños y jóvenes daneses con depresión se ha más que sextuplicado.
Para ayudar a resolver el problema, algunos colegios están adoptando plataformas que encuestan con frecuencia a los escolares sobre diversos indicadores de bienestar, y utilizan algoritmos para sugerir temas concretos en los que debe centrarse la clase.
Muchos afirman que la tecnología de control del estado de ánimo tiene un gran potencial. Pero algunos expertos se muestran escépticos. Dicen que hay pocas pruebas de que pueda resolver problemas sociales, y que fomentar un hábito de autovigilancia desde una edad temprana podría hacer que los niños se sintieran aún peor.