El crecimiento económico de EE.UU. se ralentizó en los tres primeros meses del año, ya que la subida de los tasas de interés obligó a las empresas a reducir sus inversiones.

El producto interior bruto, la medida más amplia de la actividad económica, creció a una tasa anualizada y desestacionalizada del 1.1%, muy por debajo de las expectativas del 2% de los economistas.

Aunque el gasto de los consumidores, que es el motor de la economía estadounidense, se mantuvo fuerte, la ralentización de la cifra principal alimentó la preocupación por la posibilidad de entrar en recesión este mismo año.