Muchos pacientes dicen que evitan los dulces para ayudar a combatir la enfermedad. Pero aunque una dieta sana es importante, no se puede “matar de hambre a un tumor”.

Aunque los expertos afirman que las dietas ricas en azúcares añadidos pueden aumentar el riesgo de cáncer a lo largo de la vida, eliminar todos los azúcares no combate realmente los tumores existentes.

En otras palabras, la mejor forma de alimentarse si tiene cáncer -o está intentando reducir el riesgo de padecerlo- es con una dieta equilibrada y saludable.

El azúcar no es cancerígeno. No hay pruebas que demuestren que comer azúcar provoque cáncer por sí mismo (como lo haría, por ejemplo, fumar cigarrillos). Además, muchos cánceres prefieren utilizar la grasa como principal fuente de energía, por lo que la idea de que los cánceres prefieren la glucosa no es del todo cierta.