Hay montañas de pruebas que demuestran que las relaciones íntimas, y no la carrera profesional, son el núcleo de la vida, y que esas relaciones íntimas tendrán un efecto descendente en todo lo demás que hagas.
El mes pasado, por ejemplo, el economista de la Universidad de Chicago Sam Peltzman publicó un estudio en el que concluía que el matrimonio era “el diferenciador más importante” entre las personas felices y las infelices. Los casados son 30 puntos más felices que los solteros. Los ingresos también contribuyen a la felicidad, pero no tanto.
Como escribe Wilcox en su libro, “Get Married”: La calidad del matrimonio es, de lejos, el mejor indicador de la satisfacción vital en Estados Unidos”. En concreto, las probabilidades de que los hombres y las mujeres digan que son ‘muy felices’ con sus vidas son un asombroso 545% más altas para los que están felizmente casados, en comparación con los que no lo están o que son menos que muy felices en sus matrimonios”.
“Cuando se trata de predecir la felicidad general, un buen matrimonio es mucho más importante que cuánta educación recibes, cuánto dinero ganas, con qué frecuencia tienes relaciones sexuales y, sí, incluso cuán satisfecho estás con tu trabajo.”