Económicamente, ha sido un verano para las chicas. Basta con echar un vistazo al entretenimiento dirigido a las mujeres para darse cuenta de ello:
Barbie, de Greta Gerwig, ha recaudado más de 1,380 millones de dólares desde su estreno en julio.
La gira Renaissance de Beyoncé ha tenido un impacto inflacionista en el Reino Unido y Suecia, y podría recaudar más de 2,000 millones de dólares en otoño.
Se prevé que la gira Eras de Taylor Swift genere 4,600 millones de dólares en gastos de consumo en Estados Unidos.
Las mujeres han tenido poder económico durante años. Sólo que lo gastaban de forma diferente. Los grandes cambios económicos y demográficos de la última década han influido en la forma en que las mujeres gastan su dinero
Más mujeres optan por tener hijos más tarde, si es que los tienen.
Mayor participación femenina en el mercado laboral y aumento de los salarios en comparación con la década anterior.
En otras palabras, las mujeres tienen más dinero y más capacidad de decisión sobre cómo gastarlo que nunca, y el público femenino gasta en bienes y experiencias que se ajustan a sus intereses personales.
La lección clave de este verano no debería ser convertir hasta el último juguete en una película, sino algo mucho más sencillo: Cuando los grupos de clientes se sienten vistos, escuchados y comprendidos, se manifiestan a lo grande.
