La consejera delegada de GM, Mary Barra, la ejecutiva mejor pagada de los tres grandes fabricantes de automóviles, ganó 29 millones de dólares el año pasado, lo que representa un aumento del 34% en los últimos cuatro años.

Cuando se presionó a Barra sobre la equidad de su salario, Barra desvió la atención, señalando que “el 92% se basa en el rendimiento de la empresa”.

Pero los beneficios de una empresa no sólo dependen de la obtención de ingresos sustanciosos, sino también de mantener bajos los costes, incluida la remuneración de los trabajadores.

En 1965, los directores ejecutivos de las principales empresas de Estados Unidos podían esperar ganar aproximadamente 20 veces el salario medio de sus trabajadores. Hoy son 400 veces más. Ha sido necesaria una pandemia y el consiguiente desequilibrio del mercado laboral para crear un contexto en el que los trabajadores se sientan con fuerzas para levantarse y exigir una participación más justa en el éxito desbocado de las empresas estadounidenses.