Los estadounidenses pasan demasiado tiempo en el trabajo. Una semana laboral más corta sería mejor para nuestra salud, para nuestras familias y para nuestros empresarios, que se beneficiarían de una mano de obra más motivada y descansada. Otros países pueden buscar una ventaja en el mercado global exprimiendo hasta la última gota de mano de obra de sus trabajadores; las empresas estadounidenses tienen que ser más productivas, y eso significa cuidar mejor de sus trabajadores.
En 2015, la ciudad de Gotemburgo (Suecia) decidió reducir la semana laboral de 68 enfermeras de un centro municipal de atención a la tercera edad. En lugar de jornadas de ocho horas, las enfermeras trabajaban seis horas, y la ciudad contrató a 15 enfermeras más para mantener el mismo nivel de personal. Como era de esperar, las enfermeras estaban más contentas y sanas. Los pacientes también estaban más contentos y sanos.
Un número creciente de experimentos similares realizados por empresas de otros países desarrollados han arrojado resultados parecidos. Trabajar menos mejora la vida de los trabajadores, y también beneficia a los empresarios. De las 61 empresas británicas que participaron el año pasado en un experimento de seis meses con semanas laborales más cortas, 56 decidieron que sus empleados siguieran trabajando menos.