Para todos es una reacción natural acariciar a un bebé cuando está llorando o se ven incómodos. Un estudio realizado por las Universidades de Oxford y Liverpool, reveló que las caricias son un medio beneficioso para calmar el dolor en los bebés.

La investigación evaluó la actividad cerebral de varios bebés, y observó que al acariciarles la piel se activaban unas fibras C-táctiles, las cuales están conectadas con unas neuronas sensoriales, que estudios anteriores ya han demostrado que generan alivio en el dolor.

El estudio descubrió que la velocidad ideal para acariciar la piel de un bebé, es aquella que recorre tres centímetros de piel en un segundo. Lo curioso del asunto, es que las personas parecen saber esta información de manera intuitiva. La siguiente investigación que quieren desarrollar es en bebés prematuros, para verificar si se genera el mismo resultado aun cuando sus vías sensoriales están en desarrollo.